martes, 26 de mayo de 2009

En el nombre del padre (o: Lo que Natura non da...)

No deja de ser curioso y preocupante. Evidentemente la pasión por la política y la militancia trae como consecuencia el quitarle tiempo a la familia, con el riesgo que significa la ausencia de la figura rectora del padre en la educación de los hijos.

La prueba más palpable y dramática al respecto la constituyen Claudia Rucci y Ricardo Alfonsín.

Ambos son hijos de personajes históricos de nuestra política, más allá del juicio que nos merezcan. Sus padres fueron militantes activos durante toda su vida, alcanzando los cargos de Secretario General de la CGT el de ella y de Presidente de la República el de él. Por eso no es ilógico pensar que son un poco, o mucho, fruto de las consecuencias de esas ausencias, que deben haber sido frecuentes.

Y se nota.

Ricardo Alfonsín, un tipo inofensivo hasta en sus chicanas, sencillo, de perfil bajo cual Natalio Ruiz de Sui Generis, a partir de la notoriedad que le dio la muerte de su padre vendió su alma a los falsos profetas del republicanismo moral, que seguramente no tienen nada que ver con sus raíces y a los cuales seguramente no les importa su destino.

Claudia Rucci, que perdió a su padre asesinado por Montoneros frente a su casa cuando era muy chica, evidentemente trae un resentimiento justificado desde entonces y basa todo su proceder, aunque no se dé cuenta, en ese hecho. Se percibe cuando se expresa. El problema es que ese sentimiento le envenena el alma y no la deja discernir racionalmente en su vida. Sólo así se justifica que una persona que pasa los cuarenta, de padre sindicalista de confianza de Perón, que pensaba así hasta no hace mucho, hoy haya sido cooptada por Macri, De Narváez y Feli-pillo, a los que seguramente su padre no hubiera votado, y diga cosas como las que dijo de los Kirchner el otro día en "Tres poderes".

En fin, como dice el aforismo, cada vez que señalás a alguien hay tres dedos que te apuntan a vos. Ninguno de los dos debería perder el equilibrio como para no darse cuenta que ellos, y otros más que ellos, están usufructuando la "portación de apellido", ya que no la pasión política que nunca demostraron o tuvieron.

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