lunes, 22 de diciembre de 2008

Encuestas "flash" (o: Ludovicos mediáticos)

La década de los 90, marcó aproximadamente el ocaso de la popularidad mediática de los horoscoperos "científicos" como Horangel o Ludovica Squirru.

Elos tenían tanta pasión, feeling para explicar sus métodos y conclusiones, como pocas pulgas para aceptar cuestionamientos serios a los mismos. Nadie dudaba de sus pronósticos, que eran convenientemente publicados todos los fines de año con resultados económicos suponemos que buenos.

Y así vivimos hasta entrada esa época dorada.

Pero los 90, de la mano del capitalismo salvaje, impusieron los conceptos de eficiencia y eficacia por sobre todos los valores, además de otras delicias, como ya sabemos.

En este marco, era necesario saber lo más pronto posible el resultado de nuestras acciones, para conocer de antemano si nos dirigíamos al éxito o al fracaso, siempre bajo esa ideología. Si tenías éxito eras un "winner" y si no un "looser".

Así hizo su aparición en el firmamento mediático nacional, una galaxia de modernos clones de aquellos antiguos horoscoperos, personajes presentados como "consultores", "analistas", "encuestadores", "evaluadores de tendencias" y otras yerbas (yuyos diría CFK).

Y como la política, al contrario del crimen, sí paga, en esa dirección se orientaron los principales emprendedores, hoy convocados por los grandes medios para "fundamentar" sus conclusiones con el objeto de "informar" a la sociedad.

Debo aclarar que no tengo nada con la Estadística y en particular la encuesta como herramienta de obtención de información estadística para evaluar el estado de distintos temas de interés.

Pero siempre y cuando las mismas sean serias. Con esto quiero decir que deben respetar los principios científicos en las que se fundan, en particular las más usadas actualmente, que son las encuestas por muestreo.

En tal sentido, creo que toda encuesta debería ir acompañada de una ficha técnica donde conste: lapso durante el que se realizó, lugar, tamaño de la muestra, total al que serán aplicados sus resultados, desviación estándar, margen de error, metodología de relevamiento de datos.

Esto debería ser así porque la publicidad y replicabilidad de la experiencia es parte del método científico. Y tanto más cuanto sus conclusiones tratan de temas como el hambre, la inseguridad, la educación, la salud y muchos otros temas que preocupan a la sociedad, que merece no ser manipulada. Por ello también se debería saber si es paga y por quién.

Sé que es mucho pedir en la mayoría de los casos, ya que también está su interés económico, su marketing y su longevidad de por medio, pero es importante destacar que cuando esos requisitos no se cumplen, la confiabilidad de las conclusiones es un acto de fe.

Hoy en día escuchamos hablar del "minuto a minuto" para definir la continuidad laboral de un artista o presentador, y a los periodistas interrogar a los protagonistas políticos con frases como éstas:

"La gente en la calle tiene la sensación..."
"Nos llegan muchos mails quejándose de..."
"La gente quiere saber por qué..."

Y uno se queda en la gran duda de si el respaldo de tales preguntas son sondeos de opinión (variante "light" de la encuesta, sin valor científico para extraer una conclusión confiable), o un puterío sacado de la mente "independiente" del periodista para dejar una imagen en el espectador, ya que no sabemos cuál es la autoridad del profesional o del medio al que responde para atribuirse la representatividad de "la gente".

Y con ese nivel se abordan los grandes temas del país por el periodismo "independiente" en general.

Incluso hasta se ven algunas opiniones calificadas fundadas en la toma de 3 ó 4 datos, dos multiplicaciones, dos divisiones y ¡listo, ésta es la posta gente!

Por todo esto podemos concluír, parafraseando a Feinmann: "Cualquier pelotudo hace una encuesta (y sale en los medios)"

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