jueves, 2 de abril de 2009

Islas Malvinas (o: Sangre, frío y lágrimas)


La noticia de la recuperación de las Islas Malvinas nos sorprendió y nos emocionó mucho, ya que para todos los argentinos ese pedazo de territorio usurpado, aunque lejano y desconocido, está vinculado a un fuerte sentimiento de reivindicación de la soberanía nacional al cual somos muy sensibles, y mucho más en el sur del país.

Nosotros vivíamos en un campamento de Y.P.F. (cuando llevaba puntos de abreviatura y los yacimientos petrolíferos eran fiscales), que fue asentamiento de parte de los soldados que estuvieron el 2 de Abril de 1982 en nuestras islas y tuvimos la oportunidad de invitar a dos de ellos, muy jóvenes, correntinos, los cuales nos contaron su experiencia: nos contaron que partieron sin saber a dónde iban, que cuando estaban por llegar tuvieron que retrasarse porque según les dijeron había un satélite en el espacio, sobre la ruta que seguían, nos contaron sobre los miedos, la emoción de pisar ese suelo patrio y la alegría de volver, ya que los que participaron del desembarco fueron relevados a los pocos días (no sé si posteriormente regresaron).

Recuerdo que nuestra vida cambió mucho, ya que debimos respetar los horarios de oscurecimiento de casas y vehículos, así como también tomar conocimiento de los planes de evacuación (el sitio estaba en el campo, a unos 10 kilómetros, detrás de unas colinas que debimos conocer) y de la conducta a adoptar para protegernos en el hogar en caso de alarma de bombardeo, de no haber tiempo suficiente para evacuar, lo que practicábamos en cada simulacro sorpresivo.

En esa época yo tenía 28 años, trabajaba en "el campo" (de pozos petrolíferos, no bastardo como el actual de patrones sojeros) y mi esposa estaba embarazada de cuatro meses; en Septiembre nacería nuestra primogénita, "la nena", Marcela, hoy estudiante del último año de Abogacía.

Recuerdo además la salida de los aviones de combate hacia sus misiones (pasaban literalmente por encima de nuestro barrio) y recuerdo también que los contábamos al salir y al regresar, ennegrecidos por el humo, con mucho dolor al ver que su número muchas veces no era el mismo. Llegamos a distinguirlos por el ruido de sus turbinas. Y llegué a conocer a uno de los pilotos de Mirage: "el polaco", que después del conflicto se radicó aquí.

¡Tántas cosas recuerdo!

A medida que pasaban los días, lentamente, dolorosamente, fuimos comprendiendo que la euforia triunfalista inicial, sostenida por el gobierno de facto y algunos medios periodísticos "serios e independientes" vía sus "periodistas estrella" y "especiales" en la zona, no se correspondía con la situación y el análisis de expertos neutrales y fuimos golpeados crudamente por esa realidad, producto de la interpretación equivocada de que los reclamos se solucionan a través de la violencia, de que una situación política, económica y social insostenible, consecuencia del gobierno de la dictadura, se podía revertir con una victoria militar imposible y, como dijo la Presidenta recientemente, de que las reglas no son iguales para todos: los invasores a escala global tienen las suyas y nos las imponen por ahora.

Como tesoro de esa aventura rescato el reclamo legítimo de nuestras islas, la valentía de los que verdaderamente creyeron, sufrieron y lucharon, muchos ofrendando su vida, así como también la actitud solidaria y desinteresada de los miles de civiles que donaron lo poco o mucho que tenían para apoyar de alguna manera a nuestros soldados.

¡Las Malvinas fueron, son y serán argentinas!

Nota: La foto inicial es de un monumento en Esquel.

1 Interpretaciones:

Surito dijo...

Ariel: Lindo poema. Un saludo y gracias por pasar y compartirlo.