Estaba pensando, desde mis 55 pirulos, cómo cambiaron los conceptos en este nuevo mundo que nos toca vivir, ¿no? Cuando leemos o escuchamos algo, ya no sabemos si lo que nos cuentan, suponiendo que nos estén contando la verdad, es blanco o negro, cuando el blanco y negro no son los mismos de ayer sino que parecen estar invertidos. Da la impresión de haber subido al colectivo equivocado.
Hoy escuchamos hablar de "guerras preventivas", como si las mismas fueran pacificadoras, a pesar de producir decenas de miles de muertos y millones de refugiados.
Hoy un asesino global deja sus funciones de ejecutor reconociendo sus culpas y sale en los grandes diarios del mundo como si fuera Mahatma Gandhi.
Hoy por haberle tirado dos zapatazos a ese asesino, el descalzo es condenado a tres años de cárcel.
Hoy una visita sorpresiva de su sucesor al país invadido cotiza como marketting publicitario. ¿De qué? ¿Valentía por ir? ¿Aliento a las tropas invasoras cuya permanencia en el lugar es testimonio de la irracionalidad?
Hoy se le da un Nobel de la Paz por igual a un militante de toda la vida por los derechos humanos y a un conspirador, asesino de varias democracias del mundo.
Hoy te exporto "mi" democracia a "mi" juicio cuando me conviene, si es necesario a sangre y fuego.
Hoy los que deberían ser los más responsables de todos nos sumergen en una crisis sin precedentes y nos convocan a poner el hombro, pero sin hablar de cambiar el modelo que la causó.
Hoy lo liberal es estatista, pero la estatización no es en beneficio del pueblo.
Hoy los países más contaminadores del planeta nos monitorean y aconsejan para que no contaminemos, pero los principales no firman ningún compromiso internacional de reducción de la contaminación. Y además nos importan sus industrias contaminantes.
Hoy los países más corruptores nos acusan de corruptos por la corrupción que ellos alentaron y apañaron. Y monitorean nuestra corrupción. Y nos califican.
Hoy los países que menos cumplen con las normas internacionales, nos acusan de no cumplir las reglas, si no hacemos lo que les conviene.
Hoy los países con más cantidad de muertes por homicidios, muchos aberrantes y preocupantes, dividen el número por la cantidad de habitantes para calificarnos como peores que ellos.
Hoy los países menos confiables nos califican en la confiabilidad.
Hoy se levantan muros para detener la delincuencia, el terrorismo y la migración, sin que importen los motivos ni atacar las causas de su existencia, pero no se hace lo mismo para evitar el traslado secreto de prisioneros de un lugar a otro del mundo con el objetivo de torturarlos, ni para evitar la invasión discrecional de países "a piacere", ni para hacer espionaje por satélite, o para monitorear las comunicaciones a todo nivel, cercenando los derechos de las personas. Claro, no hay muros colgantes como los jardines de Babilonia. Tampoco hay muros para evitar la agresión económica.
Hoy un muro no es un muro, sino una "extensión de vereda" politizada, según el intendente de San Isidro.
Hoy el creer que un preservativo no disminuye el riesgo de contraer sida pasó a ser un artículo de fe.
Hoy las desposeídas víctimas de un terremoto, al ser atendidas provisoriamente camino a sus futuros albergues, deben considerar su estado como "un fin de semana de camping".
Hoy los conceptos globales ocultan a los intereses y a las personas. Así escuchamos hablar de "el mercado", "la inversión externa", "la imagen del país", "el campo", "la sensación de inseguridad", "la seguridad jurídica", "la gente" y tantos otros. Cada vez menos cosas tienen identidad, tanto que hasta la nuestra pretenden quitarnos, denigrándonos, humillándonos, ridiculizándonos, subvalorándonos, con el fin de someternos.
Hoy se fabrican los medicamentos para combatir las enfermedades de los países ricos, porque los pueden pagar. Es más importante una pastilla de Viagra que una vacuna contra la tuberculosis, tercera causa de mortandad en África. Y se patentan para evitar su desarrollo a mucho menor costo y confusiones en su destino.
Hoy se alienta artificialmente el monocultivo de semillas genéticamente modificadas importadas, patentadas, que necesitan agroquímicos importados, patentados, peligrosos para los seres vivos, con métodos de siembra que al igual que el cultivo arrasan la tierra en pocos años.
Hoy los terratenientes son pobres y los pobres, vagos.
Hoy algunos cortes de rutas son "manifestaciones" de civilidad y otros "caos de tránsito".
Podría seguir por un rato largo como se imaginan, yo o cualquiera de ustedes que tenga algunos años en la espalda o, sin tenerlos, sí un espíritu crítico de la información que recibe a diario.
Pero voy a parar acá. ¡En la esquina, chofer!
Hoy escuchamos hablar de "guerras preventivas", como si las mismas fueran pacificadoras, a pesar de producir decenas de miles de muertos y millones de refugiados.
Hoy un asesino global deja sus funciones de ejecutor reconociendo sus culpas y sale en los grandes diarios del mundo como si fuera Mahatma Gandhi.
Hoy por haberle tirado dos zapatazos a ese asesino, el descalzo es condenado a tres años de cárcel.
Hoy una visita sorpresiva de su sucesor al país invadido cotiza como marketting publicitario. ¿De qué? ¿Valentía por ir? ¿Aliento a las tropas invasoras cuya permanencia en el lugar es testimonio de la irracionalidad?
Hoy se le da un Nobel de la Paz por igual a un militante de toda la vida por los derechos humanos y a un conspirador, asesino de varias democracias del mundo.
Hoy te exporto "mi" democracia a "mi" juicio cuando me conviene, si es necesario a sangre y fuego.
Hoy los que deberían ser los más responsables de todos nos sumergen en una crisis sin precedentes y nos convocan a poner el hombro, pero sin hablar de cambiar el modelo que la causó.
Hoy lo liberal es estatista, pero la estatización no es en beneficio del pueblo.
Hoy los países más contaminadores del planeta nos monitorean y aconsejan para que no contaminemos, pero los principales no firman ningún compromiso internacional de reducción de la contaminación. Y además nos importan sus industrias contaminantes.
Hoy los países más corruptores nos acusan de corruptos por la corrupción que ellos alentaron y apañaron. Y monitorean nuestra corrupción. Y nos califican.
Hoy los países que menos cumplen con las normas internacionales, nos acusan de no cumplir las reglas, si no hacemos lo que les conviene.
Hoy los países con más cantidad de muertes por homicidios, muchos aberrantes y preocupantes, dividen el número por la cantidad de habitantes para calificarnos como peores que ellos.
Hoy los países menos confiables nos califican en la confiabilidad.
Hoy se levantan muros para detener la delincuencia, el terrorismo y la migración, sin que importen los motivos ni atacar las causas de su existencia, pero no se hace lo mismo para evitar el traslado secreto de prisioneros de un lugar a otro del mundo con el objetivo de torturarlos, ni para evitar la invasión discrecional de países "a piacere", ni para hacer espionaje por satélite, o para monitorear las comunicaciones a todo nivel, cercenando los derechos de las personas. Claro, no hay muros colgantes como los jardines de Babilonia. Tampoco hay muros para evitar la agresión económica.
Hoy un muro no es un muro, sino una "extensión de vereda" politizada, según el intendente de San Isidro.
Hoy el creer que un preservativo no disminuye el riesgo de contraer sida pasó a ser un artículo de fe.
Hoy las desposeídas víctimas de un terremoto, al ser atendidas provisoriamente camino a sus futuros albergues, deben considerar su estado como "un fin de semana de camping".
Hoy los conceptos globales ocultan a los intereses y a las personas. Así escuchamos hablar de "el mercado", "la inversión externa", "la imagen del país", "el campo", "la sensación de inseguridad", "la seguridad jurídica", "la gente" y tantos otros. Cada vez menos cosas tienen identidad, tanto que hasta la nuestra pretenden quitarnos, denigrándonos, humillándonos, ridiculizándonos, subvalorándonos, con el fin de someternos.
Hoy se fabrican los medicamentos para combatir las enfermedades de los países ricos, porque los pueden pagar. Es más importante una pastilla de Viagra que una vacuna contra la tuberculosis, tercera causa de mortandad en África. Y se patentan para evitar su desarrollo a mucho menor costo y confusiones en su destino.
Hoy se alienta artificialmente el monocultivo de semillas genéticamente modificadas importadas, patentadas, que necesitan agroquímicos importados, patentados, peligrosos para los seres vivos, con métodos de siembra que al igual que el cultivo arrasan la tierra en pocos años.
Hoy los terratenientes son pobres y los pobres, vagos.
Hoy algunos cortes de rutas son "manifestaciones" de civilidad y otros "caos de tránsito".
Podría seguir por un rato largo como se imaginan, yo o cualquiera de ustedes que tenga algunos años en la espalda o, sin tenerlos, sí un espíritu crítico de la información que recibe a diario.
Pero voy a parar acá. ¡En la esquina, chofer!
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