Así como después de los nutridos bombardeos se advierten las víctimas, los edificios en ruinas y los cráteres en la tierra, de igual modo la serie de salvajes políticas neoliberales llevadas a cabo en nuestro país, que desembocaron en la crisis de 2001, dejaron en nuestro pueblo, en nuestras instituciones y en nuestra clase dirigente las mismas huellas.
De esa manera podemos equiparar a las víctimas con el estado en el que quedó el pueblo argentino después de las medidas económicas, las ruinas con nuestras instituciones y los cráteres... ¡los cráteres!...
A diferencia de las víctimas y las ruinas, que pueden derrumbarse y deben ser apuntaladas y reconstruídas porque son pilares fundamentales de nuestra sociedad, los cráteres son huellas dañinas que no sólo destruyen el paisaje sino que, peor, obligan a desviar nuestra atención para evitar tropiezos, siendo algunos de ellos de tal calibre que hasta pueden causarnos un daño considerable.
El caso de estos últimos cráteres es el motivo de este post.
El año pasado tuvimos la oportunidad de descubrir uno de ellos en ocasión del rechazo de la 125, el cual fue tan singular, que fue bautizado en forma precisa por Leonardo Favio con el nombre de Traspié Fatal.
Pero no fue el primero ni será el último, ya que como se lee acá, aparece otro de la misma magnitud y características, con la diferencia que éste es un cráter conocido, que ya eludimos (por voluntad de él) en el año 2003. Es un cráter que en ese entonces pensó que lo iban a rellenar con tierra y ahora alguno lo convenció que vienen asfaltando.
En fin, como dice el saber popular: "Cuando no hay viento, hasta la veleta tiene carácter".
Como verán, la metáfora de este post acepta muchas relaciones: por ejemplo algunos políticos se comportan como si la explosión hubiese sido al lado (tan desorientados están) y otros directamente han sido víctimas fatales.
Pregunta: ¿Quiénes serán los caranchos, los buitres y las hienas?
De esa manera podemos equiparar a las víctimas con el estado en el que quedó el pueblo argentino después de las medidas económicas, las ruinas con nuestras instituciones y los cráteres... ¡los cráteres!...
A diferencia de las víctimas y las ruinas, que pueden derrumbarse y deben ser apuntaladas y reconstruídas porque son pilares fundamentales de nuestra sociedad, los cráteres son huellas dañinas que no sólo destruyen el paisaje sino que, peor, obligan a desviar nuestra atención para evitar tropiezos, siendo algunos de ellos de tal calibre que hasta pueden causarnos un daño considerable.
El caso de estos últimos cráteres es el motivo de este post.
El año pasado tuvimos la oportunidad de descubrir uno de ellos en ocasión del rechazo de la 125, el cual fue tan singular, que fue bautizado en forma precisa por Leonardo Favio con el nombre de Traspié Fatal.
Pero no fue el primero ni será el último, ya que como se lee acá, aparece otro de la misma magnitud y características, con la diferencia que éste es un cráter conocido, que ya eludimos (por voluntad de él) en el año 2003. Es un cráter que en ese entonces pensó que lo iban a rellenar con tierra y ahora alguno lo convenció que vienen asfaltando.
En fin, como dice el saber popular: "Cuando no hay viento, hasta la veleta tiene carácter".
Como verán, la metáfora de este post acepta muchas relaciones: por ejemplo algunos políticos se comportan como si la explosión hubiese sido al lado (tan desorientados están) y otros directamente han sido víctimas fatales.
Pregunta: ¿Quiénes serán los caranchos, los buitres y las hienas?